Se festeja la victoria, claro. Porque una alegría así era muy necesaria, para reivindicarse después de los tropezones de las últimas fechas, que derivaron en la salida de Mauricio Giganti del cargo de entrenador. Porque siempre es importante que un ciclo comience con el pie derecho, -sobre todo si, como en el caso de Nicolás Diez, la que arranca en el Bohemio es además la primera experiencia como cabeza de grupo-. Y también porque los tres puntos eran fundamentales para marcar autoridad, en medio de una campaña irregular, en una cancha históricamente complicada para Atlanta, ante un Dálmine que marcha último en las posiciones y muy necesitado. Por todo eso, el 2 a 0 en Campana se recibe con una sonrisa grande.

Fue con cuatro variantes en el equipo titular el debut de Diez en el banco: Valentín Gelos, Marcos Pinto, Mauro Bogado y Lucas Ríos ingresaron por el lesionado Tomas Fernández, Nicolás Mosca, Kevin Duarte y Franco Vedoya. Como para tratar de modificar la imagen con respecto a la desabrida actuación del 1-1 ante Deportivo Madryn en Villa Crespo.

Atlanta se mostró un poco mejor en el comienzo del partido aunque, como le pasó en otras ocasiones, sin demasiada profundidad. Con Dramisino, Galeano y Bogado algo imprecisos, en general los intentos se diluían en el borde del área, donde solía fallar el último pase. Las ilusiones reposaban en la movilidad por la derecha de Becker, que mantuvo el buen nivel de los últimos partidos, y lo que lograba Mazzola en su lucha permanente con los centrales de Dálmine.

El local, que mostró un flojo nivel técnico en todas las líneas, dispuso de todas maneras de la primera chance clara del partido, cuando un cabezazo de Castañeda se estrelló contra el palo izquierdo de Sumavil, ante una defensa preocupantemente estática.

Aunque quedó alguna luz de alarma por ese sacudón, Atlanta consiguió sobre el final de la etapa hilar finalmente una jugada en ataque para llegar al gol del desahogo. Galeano comandó con sabiduría un contraataque y descargó en Mazzola, que esperó lo suficiente, desbordó y mandó un centro bajo preciso para que Becker la empujara a la red. 

En el segundo tiempo, Atlanta supo en general manejar el partido ante un rival limitado que de todas maneras logró inquietar con algunos centros, en general conjurados por Sumavil y la defensa. Preocupaba, sí, la falta de precisión para definir los contraataques, como en dos jugadas en las que Camargo y Dramisino sacaron remates que se fueron desviados en lugar de descargar en Becker, que tenía la chance abierta para irse mano a mano con Salerno.

Hasta que a los 33 minutos fue Becker el que se cargó al hombro el contraataque y ahí sí las piezas se acomodaron. Puso un pase en el momento justo para la llegada de Dramisino, que de cara ante el arquero se la tocó con precisión a Mouche para que en soledad marcara el 2-0 definitivo.

No sufrió demasiado Atlanta en los minutos finales, ante un rival al que le costó mucho encontrar los caminos hacia el arco de Sumavil. Despacito y en silencio, tres puntos valiosos viajaron así hacia Villa Crespo en el arranque de un nuevo ciclo. Como para espantar algunos fantasmas y poder mirar el futuro con algo más de ilusión.

SÍNTESIS

Villa Dálmine (0): Salerno; Romat, Giacopuzzi, Rosso, Maidana; Renso Pérez (ST 17m.Rivadeneira) (ST 23m. Groba), Alcaraz, Castañeda (ST 38m. Conberse), Arzura (ST 23m. Tello); Barberini y Molina. DT: Fabián Zermatten y Facundo Gareca. No ingresaron: Agustín Hernández, Cosciuc, Julián Giménez, Branco Ramírez y Cardozo.

Atlanta (2): Sumavil; Camargo, Gelos, Fernando González, Pinto; Dramisino, Bogado (ST 29m. Marín), Galeano (ST 40m. Mosca); Becker (ST 40m. Rojas), Mazzola y Ríos (ST 17m. Mouche). DT: Nicolás Diez. No ingresaron: Pedro Fernández, Duarte, Bisanz, Vedoya y Ferreyra.

Goles: PT 44m. Becker (A). ST 33m. Mouche (A).

Amonestados: Giacopuzzi, Barberini, Alcaraz (VD), Camargo, Galeano (A).

Árbitro: Mauro Biasutto.

Estadio: Villa Dálmine.