Los medios de todo el mundo hablan de él: Juan Gelman, uno de los grandes autores de habla hispana, es protagonista hoy de la peor noticia. Esa que ni siquiera su fina pluma hubiera podido dotar de felicidad. A los 83 años, el poeta que fue símbolo de talento pero también de lucha contra el terror de las dictaduras latinoamericanas, murió en la ciudad de México. Y los hinchas de Atlanta perdimos además a uno de nuestros más famosos exponentes en el mundo.
Nacido un 3 de mayo de 1930 en Villa Crespo, en Canning -hoy Scalabrini Ortiz- y Vera, Gelman fue desde chico hombre de abrazar con fuerza las pasiones: escribió desde los ocho años sus primeros poemas de amor, militó desde adolescente en la Federación Juvenil Comunista y también, como muchos de sus amigos de barrio, vio crecer en su corazón el espacio para Atlanta.
“Mis recuerdos son muchos, empezando por la calle Vera”, contó Gelman en un reportaje que en marzo de 2012 le realizó Juan Ignacio Calcagno para el sitio Sentimiento Bohemio. En aquella nota, el escritor, ganador en 2007 del Premio Cervantes, evocó también a los grandes jugadores que vio en los años de Oro de Atlanta: “El gran Gatti, ese extraordinario goleador que fue Artime, Bellomo, Rocha, Bravo…”.
Pero después de los años 60 su devoción por Atlanta dejó espacio a otras y se abrió un largo paréntesis en su relación con el club. Alguna vez, consultado sobre la posibilidad de que le otorgaran el Premio Nobel, refutó con humor: “¿Cómo voy a ganar el Nobel, si soy hincha de Atlanta?”. Eran años en los que libraba una pelea sin cuartel para que el gobierno uruguayo le permitiera conocer la identidad de su nieta. Tanto su hijo como su nuera habían sido desaparecidos por la dictadura criminal de los años 70 y 80. Como parte del Plan Cóndor, la hija de ambos había sido llevada a Uruguay. En el año 2000, apenas un mes después de que terminara el gobierno de Julio María Sanguinetti, apareció la voluntad política y, con Jorge Batlle como mandatario oriental, se terminó la espera: Gelman se encontró con su nieta, que tras conocer su identidad decidió adoptar los apellidos que le correspondían por historia: ahora es María Macarena Gelman García.
En el año 2003, por iniciativa de la socia Mónica Nizzardo, se fundó en el club la Biblioteca Juan Gelman, que está en pleno funcionamiento. Ya en 2006, en un emotivo acto, el escritor volvió a la cancha de Atlanta. Eran tiempos en los que el estadio se encontraba cerrado, y el poeta, además de recordar viejos tiempos, pidió por la reapertura del Gran León.
En la citada nota de Sentimiento Bohemio, Calcagno quiso ir un poco más lejos en el pensamiento de Gelman por aquella presunta imposibilidad de ganar el Nobel siendo hincha de Atlanta. Y profundizó: “¿Hay un sufrimiento implícito en el hecho de ser bohemio?” Juan respondió con su sello de poeta, bohemio y futbolero, con el descenso a la B Metropolitana todavía fresco: “Era una ironía, claro, lo que no quita la amargura que sentí, que sentimos, cuando se iba al descenso. Sentí mucha alegría cuando ascendió a la B. El sube y baja de la vida. Y del fútbol…” En ese sube y baja, hoy nos toca sufrir por él y acompañar a los suyos. Por la partida de un bohemio irremplazable.
Por Federico Kotlar. En Twitter: @fkotlar
Otras notas que podrían interesarte