Por la segunda fecha del torneo Atlanta se superó al Funebrero por 4-1 como visitante en su estadio.

Por Marcos T Korenfeld 

Tras un debut opaco en el torneo con caída ante Nueva Chicago, los dirigidos por Manuel Ferrara tenían la chance de recuperarse precisamente ante su clásico e histórico rival. El último antecedente del cruce era la final del torneo del año pasado en el que Atlanta se quedó con el título.

Para esta nueva edición del duelo, varios de los jugadores que participaron de dicho partido, fueron titulares en el equipo que así salió a jugar:

1 Pasquale; 2 Herrera; 3 Argüello; 4 Petrone; 5 Urtasun; 6 Carbone; 7 Miranda; 8 De Felippe; 9 Cardozo; 10 Romero y 11 Bramajo.

Suplentes: 12 Valverde; 13 Martínez (27' ST Petrone); 14 Giménez; 15 Sans (27' ST Romero); 16 Ibarra (37' ST Bramajo); 17 Rodríguez; 18 Bogado (27' ST De Felippe); 19 Menafra (15' ST Miranda) y 20 Gauto.

El local había arrancado un tanto mejor, el peso de sus jugadores profesionales se hacía notar, sin embargo Atlanta fue equiparando las fuerzas hasta que llegando al cierre de la primera mitad asestó el primer golpe, Cardozo disparó fuerte y el arquero dio rebote hacia su costado derecho, dejándole servida la pelota a Miranda que solo tuvo que empujarla para el 0-1.

Dos minutos después Rodas el defensor central Tricolor vio la segunda amarilla y dejó condicionado a su equipo jugando con uno menos lo que quedaba del primer tiempo y todo el complemento.

Ni lento ni perezoso, los pibes Bohemios volvieron a sacar ventaja esta vez por Thiago Romero que recibió de Bramajo y definió ante la salida del arquero cuando iban tan solo tres minutos.

Asimilando el golpe, los de San Martín arriesgaron yendo al ataque quedando a merced de sufrir de contra, y a los 23' de cabeza llegaron al descuento, faltando más de 20 minutos el encuentro se reabría.

De todas formas los que tenían más resto eran los de Villa Crespo que aguantaron los embates y de contra estiraron la ventaja cuando Cardozo empujó un centro de Argüello que había desbordado y entrado al área. El 1-3 apaciguó las aguas y a la gente que metía presión desde la platea.

El encargado de ponerle el broche de oro al marcador fue el recién ingresado Matías Ibarra que abriendo su pie izquierdo colocó la pelota pegada al palo sellando el 1-4 final en una tarde para el recuerdo.