Como técnico, por ahora casi nada se puede decir sobre Rubén Capria: en Atlanta hará su primera experiencia. Pero como futbolista siempre defendió un fútbol ofensivo, vistoso, de toque y pelota al suelo. Lo hizo desde adentro de la cancha, donde deslumbró con su pegada, su habilidad y su panorama; y desde afuera, con declaraciones mesuradas y pensantes, cargadas de conceptos precisos. Estos son algunos:
“No sólo con saber sos buen técnico. Para mí, lo más importante es la conducción, cómo te relacionás con el plantel”.
“Es una tremenda mentira que el enganche se murió”
“Es fundamental armar un equipo con iniciativa. Hay que plantarse en la cancha y decir 'acá estamos nosotros'”
“Siempre es mejor jugar bien, tener argumentos sólidos para imponerse al rival. Es la única manera de tener algún logro. Que el contrario se amolde a lo que hacés vos”.
Todas estas frases las dijo en 2006, cuando estaba terminando su tercer ciclo en Racing, el club con el que más se lo identifica. Su primera etapa fue entre 1995 y 1997: hizo 28 goles en 84 partidos y dejó como recuerdo imborrable sus tres goles en el 6-4 a Boca en 1995. Después volvió en 1998-99 y entre 2005 y 2006. Se fue porque el Cholo Simeone no lo tuvo en cuenta y se retiró en 2007 en Peñarol.
De la decena de clubes en los que jugó, el otro que lo marcó fue Estudiantes de La Plata. Ahí hizo las divisiones inferiores, debutó en Primera y tuvo su única experiencia en el ascenso previa a esta que tendrá en Atlanta: jugó el Nacional B 94/95 que el equipo dirigido por Miguel Angel Russo y Eduardo Luján Manera ganó cómodamente. Ahí fue compañero, entre otros, de Juan Sebastián Verón, Martín Palermo y José Luis Calderón, hoy su ayudante de campo en el Bohemio. Su otro título lo consiguió en Newell's: formó parte del equipo que salió campeón del Apertura 2004, con Gallego como técnico.
En la Argentina jugó también en Chacarita, Lanús y Unión, y en el exterior lo hizo en Cruz Azul (México), Barcelona (Ecuador) y Universidad Católica (Chile). Después de su retiro en Peñarol, puso su fina estampa y su capacidad reflexiva al servicio de “Hablemos de fútbol”, el ciclo televisivo de ESPN.
Cabeza levantada, pecho inflado, zurda precisa, el Mago era uno de esos enganches que hoy parecen en vías de extinción. Ojalá que su Atlanta se parezca a ese 10 que era garantía de buen fútbol.
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