Tristeza en el clásico

La esperanza terminó en una sonora decepción. Un partido que la gente de Atlanta aguardaba con enorme ansiedad, porque parecía que esta vez las chances de burlar la paternidad ante Chacarita eran grandes, se volvió una vez más una pesadilla. El equipo de Méndez volvió a ser una decepcionante versión de sí mismo en Villa Crespo -donde Atlanta perdió los últimos tres partidos que jugó y no convirtió goles- y cayó 2-0 ante un rival que se llevó más de lo que tenía en sus planes.

Atlanta jugó mejor en los primeros minutos, pero sin llegar a lastimar a fondo. Fue importante en ese comienzo Guzmán, rápido y con criterio por derecha y complicando a su marcador Ezequiel Fernández. Igualmente, la primera chance fue para Chacarita, cuando a los 4 minutos Lentini recibió solo un centro en el punto del penal e intentó una chilena que se fue por arriba.

Buena parte de la desgracia de Atlanta en el partido se cocinó en apenas tres minutos: entre los 24 y los 27 del primer tiempo. Primero hubo otra alerta en defensa porque Lentini casi marca tras un lateral que Chacarita sacó rápido y sorprendió a la defensa; luego Guzmán, de buen arranque, tuvo que salir lesionado y lo reemplazó Collavini, de flojísima actuación; y a los 27 llegó el golpe del que el equipo de Méndez nunca se levantaría. Tras una buena combinación del visitante, Lentini quedó mano a mano y definió con un tiro suave que se escurrió por debajo del cuerpo del arquero Vega, de muy floja respuesta. Alemandi no llegó a salvar y se dio así el primer gol del partido.

Atlanta trató de arrinconar a Chacarita en busca del empate, aunque por momentos le costó encontrar la receta para acercarse al arco de Otarola. Apenas tuvo una chance concreta a los 41, cuando a la salida de una jugada de pelota parada Godoy metió la pelota de chilena en el centro del área, pero no llegaron a empujarla Marachi ni Alemandi.

En el segundo tiempo el panorama empeoró aún más. A los 4 minutos Chacarita hizo circular la pelota en el borde del área y un cruce fallido de Alemandi derivó en que la pelota le quedara picando en la izquierda del ataque a Lentini. El delantero, en su partido soñado, la empalmó de volea para que su remate cruzado se metiera por sobre el cuerpo de Vega en el segundo palo. Era el 2-0: demasiado premio para un Chacarita que no había hecho tanto, y al mismo tiempo una cuesta que era demasiado difícil de remontar para un equipo local sumergido en la tibieza.

En los primeros 25 minutos del segundo tiempo se vio a un Atlanta muy pobre: atado y sin ideas en ataque, con los tres volantes de ataque completamente desconectados y apenas el empuje de Godoy para sumar algún motivo de ilusión. Mejoró en algo el panorama el ingreso de Castro por un otra vez intrascendente Nanía. Fue justamente entre el Pepito y Godoy a los 25 que se gestó la primera situación de riesgo, pero Maraschi, quien había recibido la pelota en el punto del penal, nunca terminó de darse vuelta para rematar al gol.

La esperanza, muy tenue, ni siquiera creció cuando sobre el cierre se fue expulsado Maximiliano Paredes por una agresión sin pelota. Tampoco se le dio a Atlanta a los 44 cuando Lazzarini -había reemplazado a Pinto- estrelló su remate en el travesaño. El 2 a 0 era historia juzgada. Aquel grito en el 97 de Fabio Giménez sigue siendo la última alegría contra Chacarita. En la tarde del sábado en Villa Crespo se escribió otro capítulo de una historia demasiado triste.

Por Federico Kotlar. En Twitter: @fkotlar

Foto: Vanesa Crisóstomo