Un clásico con resultado amargo

Nada les va a quitar a los hinchas de Atlanta ese dolor con el que terminaron este martes a la noche. No ayudará saber que el equipo mejoró su nivel con respecto a la primera fecha, ni tampoco que si existieran los merecimientos -que en el fútbol no existen- el local debió haberse quedado al menos con un empate. Una estructura defensiva endeble y la falta de efectividad en la delantera permitieron que Chacarita se llevara el 2-1 de Villa Crespo y todo el festejo en el final.

Era la segunda fecha, pero Atlanta ya llegaba con urgencias. Por la flojísima actuación del debut, con una derrota 1-0 ante Fénix difícil de digerir. Pero sobre todo porque enfrente se encontraba ese clásico rival al que había vencido en San Martín este año, pero que seguía siendo una gran asignatura pendiente en el Gran León de Villa Crespo.

Para este partido, el técnico Rubén Capria dispuso dos variantes de nombres entre los titulares: el capitán Francés regresaba, cumplida ya la suspensión, en lugar de Perujo; y Sardella volvía por Palisi en el centro del mediocampo. También cambiaba el esquema: del 4-3-1-2 con el que arrancó en el debut en Pilar a un 3-4-1-2, con Francés sumado a la última línea. Del otro lado, Chacarita presentaba un equipo con algunas caras con experiencia en Primera como Víctor Zapata y Damián Manso, sumadas a un nombre fuerte de la categoría como Melivilo.

Atlanta mostró desde el principio sus intenciones de manejar el partido. Pero a los 5 minutos, demasiado pronto, pagó muy cara la primera de sus fallas en defensa. Rosso le sacó una diferencia enorme en velocidad al cierre de Sardella y cuando se metió en el área fue derribado por Peláez. Lupani sancionó correctamente el penal y Morales convirtió el gol para Chacarita con un remate cruzado y bajo que por poco no llegó a desviar Santillo.

Pese al golpe, Atlanta insistió con su receta de buen manejo en el mediocampo para tratar de lastimar arriba. Con el toque criterioso de Rojas como bandera y un Maraschi bien activo buscando los espacios, empezó a arrinconar a un rival que de todas maneras salía con velocidad de contraataque y preocupaba. Merodeó el gol Atlanta con un tiro desde afuera de Maraschi y un cabezazo sin fuerza de Bonfigli en el segundo palo. Y finalmente logró el empate a los 23, cuando tras una gran jugada colectiva Maraschi envió el centro atrás y Torres empujó la pelota a la red con un remate suave.

Era el momento de Atlanta en el partido. Y a los 29 minutos llegó la jugada que pudo haber cambiado la historia: Sciorilli lanzó un centro perfecto que encontró solo en el área a Bonfigli. Desde el borde del área chica, el 9 midió su cabezazo, impactó la pelota sin marcas y la mandó directamente afuera. El tiempo diría cuánto iba a lamentar el equipo de Capria esa oportunidad perdida.

Fue siete minutos después de esa chance increíble que desperdició Bonfigli que Chacarita volvió a golpear a fondo, con una enorme efectividad. El lateral Paredes construyó una pared con Manso y sacó un zurdazo violento que encontró a Santillo en movimiento. La pelota se metió pese al manotazo del arquero de Atlanta y derivó en el segundo gol del visitante.

Esta vez al local le costó reponerse del impacto. No pudo llegar con peligro en lo que quedaba del primer tiempo, y en el complemento le costó mucho generar oportunidades. Tanto que la primera apareció recién a los 21 minutos y luego de un grueso error del arquero Rossi en una pelota parada. Lamentablemente nadie pudo empujar la pelota a la red.

El tiempo se fue consumiendo, como la ilusión. En el final hubo dos chances claras para igualar que terminaron agrandando la herida por el resultado adverso. Las dos las tuvo Maraschi, en la misma jugada: primero, cuando capturó el rebote de un remate de Díaz Villán y, dentro del área chica, sacó un remate que tapó el arquero; después, cuando de nuevo en situación favorable tomó un centro y envió su pelota por arriba del travesaño. Ya no había lugar para más. El 2-1 para Chacarita era inexorable. La frustración, también.

Por Federico Kotlar. En Twitter: @fkotlar

Foto: Jorge de Gregorio