En homenaje al más importante boxeador de todos los tiempos, Cassius Clay, recientemente fallecido, recordamos su fugaz paso en noviembre de 1971 por la Argentina para brindar una exhibición pugilística en Atlanta. El texto se basa en dos notas de Edgardo Imas sobre esa visita de Muhammad Ali, publicadas en 2006 en el desaparecido sitio web Sentimiento Bohemio y en 2011 en la revista Caras y Caretas.
Ali, el bohemio
Edgardo Imas (@EdgImas)
El recuerdo de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Atlanta (Estados Unidos) está aún presente. Corría 1996 y el mundo se conmovía con la imagen del norteamericano Cassius Clay —o Muhammad Ali—, el ex campeón mundial de los pesos pesados. Las temblorosas manos que habían derribado a grandes rivales apenas podían sostener la antorcha con la que debía encender el pebetero olímpico. Tras dos décadas de boxeo, el mal de Parkinson había dejado huellas en la humanidad de una de las grandes personalidades del siglo XX en el ámbito deportivo, aunque también gravitó políticamente en los Estados Unidos.
Los argentinos pudieron seguirlo a la distancia en su época de gloria, la de las memorables peleas de la historia del boxeo con Joe Frazier, George Foreman y con un ícono nuestro, Oscar Ringo Bonavena. Pero en una ocasión tuvieron la oportunidad de disfrutarlo en persona en el país. El 4 de noviembre de 1971, en la última etapa de una gira por América Latina, Muhammad Ali arribó a la Argentina. Había sido contratado por el empresario Héctor Méndez para que brindara una pelea-exhibición con un sparring, James Summerville, y con Miguel Ángel Páez, ex campeón argentino.
¿Qué Cassius Clay fue el que pasó raudamente por Buenos Aires en plena dictadura del general Agustín Lanusse? El boxeador tenía 29 años y ya no era el campeón, pero estaba preparándose para recuperar el cetro mundial. Había desplegado una intensa militancia político-pacifista en contra de la guerra imperialista que los Estados Unidos libraban contra Vietnam.
Su ingreso a la historia grande del boxeo mundial había sido en 1960, cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma. En 1964 venció a Sonny Liston y conquistó el título mundial de los pesados, al mismo tiempo que conocía al activista norteamericano por los derechos de los negros Malcolm X y anunciaba su conversión al islamismo y la adopción de un nuevo nombre, Muhammad Ali. Tres años después se declaró objetor de conciencia en razón de sus creencias religiosas y se negó a enrolarse en el ejército norteamericano que peleaba en Indochina. Recibió duras sanciones: fue despojado del título y la asociación le retiró su licencia de boxeador. Por eso no combatió durante más de tres años. Además, la Justicia sentenció que su objeción no era religiosa sino política, fallo que a mediados de 1971 fue revocado por la Corte Suprema.
En octubre de 1970 regresó a la actividad ganándole a Jerry Quarry y en diciembre derrotó por KO en el 15.° round a Ringo Bonavena. Y en ese mismo año en que visitó la Argentina no pudo recuperar el título mundial pues perdió con Joe Frazier. Recién en 1974 consiguió ese objetivo al derrotar a George Foreman en una histórica pelea que se desarrolló en Zaire. Retuvo el título hasta 1978 y el retiro definitivo llegó en 1981.
Durante las 42 horas que permaneció en la Argentina, Cassius Clay se alojó en el Alvear Palace Hotel, acompañado por su promotor Angelo Dundee. Desplegó una intensa actividad, empezando por una conferencia de prensa en la que dijo que, cuando no peleaba en serio, aprovechaba para dar conferencias a los grupos musulmanes en el mundo. “No olviden que yo soy Muhammad Ali”, recordó. Ante una pregunta que cuestionaba la poca seriedad de las exhibiciones, Clay respondió: “Las hago para que todo el público me pueda ver. Peleando en serio sería imposible abarcar tanta gente en razón de mi elevada cotización”.
Pasó también por el programa televisivo Horangel y los Doce del Signo y visitó la sede de la Organización Árabe Argentina Islámica, cuyos miembros lo habían ido a esperar al aeropuerto de Ezeiza. Por una invitación concurrió a una comida en Lanús con los gremialistas metalúrgicos peronistas Lorenzo Miguel y José Ignacio Rucci y con el dirigente justicialista Carlos Spadone.
Contra lo que podría haberse esperado, Muhammad Ali no se presentó en el Luna Park, sino en un estadio de fútbol, el del Club Atlético Atlanta, el 5 de noviembre. Era la primera vez que se desarrollaba una pelea en un estadio inaugurado en 1960, aunque en el viejo cajoncito que Atlanta había tenido entre 1922 y 1959 en Humboldt 470 ya se habían organizado veladas boxísticas. Y también había habido box en estadios de fútbol, incluso varias décadas atrás: Luis Firpo peleó en Sportivo Barracas en 1922; Justo Suárez en la vieja cancha de River de Alvear y Tagle en 1930, y Pascual Pérez en la Bombonera y en el Viejo Gasómetro en 1957, entre otros.
Dos días antes, el 3, el Bohemio había goleado allí 4 a 0 a Central Córdoba (Santiago del Estero) por el torneo Nacional, y el 4 se había declarado una huelga general de futbolistas profesionales.
Para la exhibición pugilística, en el campo de juego se instalaron un ring y un ring-side preferencial. Mucho público concurrió para ver el show del ex campeón, quien, con algunos kilos de más, primero cruzó guantes con Summerville. Hubo tiempo para que Bonavena subiera al ring, provocara a Clay y ambos amenazaran con agredirse. El segundo segmento tuvo ribetes más serios: hizo cinco rounds con el argentino Miguel Ángel Páez, cuyo oficio permitió que lo que se vio sobre el ring adquiriera algún interés. Aunque se pudo apreciar algo de su elogiada técnica, durante toda la noche predominaron las actitudes y cabriolas circenses de Clay. Por eso, algún sector de la prensa se ensañó con él; por ejemplo, el vespertino La Razón, que tituló “Burda parodia. Defraudó el clownesco Clay y su troupe”.
El espectáculo fue empañado por una deficiente organización y —¡cuándo no!— un ineficaz operativo policial. Grupos de exaltados rompieron el alambrado e ingresaron al campo de juego, donde invadieron el ring-side y cometieron desmanes. El escándalo final terminó desdibujando la única vez que Cassius Clay se subió a un ring en el país.
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