Este jueves se estrenó "Maldito seas, Waterfall", de Alejandro Chomski, en la que el protagonista es hincha de Atlanta y no se saca jamás una remera auriazul de piqué. Además, aparecen banderines, escudos, escenas de partidos y "homenajes" a Chacarita y All Boys. En esta nota, el director explica por qué eligió a nuestro club.
(Por Gaspar Zimerman) Si antes o después del partido contra Platense algún hincha de Atlanta está pensando en ir al cine, una gran opción puede ser Maldito seas, Waterfall, una comedia hecha a medida de los bohemios. El protagonista de la historia, Roque Waterfall (interpretado por Martín Piroyansky, uno de los mejores comediantes jóvenes) es hincha de Atlanta, y la película está cargada de iconografía alusiva a club. Porque Waterfall no se saca su gloriosa camiseta bohemia de piqué en ningún momento, tiene su casa –en el barrio Los Andes, en Guzmán y Concepción Arenal- llena de banderines y escudos, y hasta una gastada bandera auriazul colgada del balcón.
Es la tercera película de Alejandro Chomski, después de Hoy y mañana (2003) y Dormir al sol (2010), que estaba basada en la novela homónima de Adolfo Bioy Casares. Maldito seas, Waterfall también es la adaptación de una novela, en este caso del español Jorge Parrondo. “Originalmente –cuenta Chomski-, el personaje vivía en Los Angeles, Estados Unidos, y tenía todo el tiempo puesta la remera del Hércules de Alicante. Pero cuando yo me fui a vivir al barrio Los Andes, me hice de Atlanta y mandé a todos los demás clubes (era de River y el Barcelona) a la mierda. Por eso, quise que Waterfall fuera de Atlanta. Y más si lo hacía Piroyansky, que tiene cara de cualquier cosa menos de goi”.
Chomski vivió dos años en ese complejo habitacional que está considerado como una de las joyas arquitectónicas de la ciudad y, en rigor, no está ubicado en Villa Crespo sino en Chacarita, pero a escasos 500 metros del León Kolbowsky. “Atlanta me dio un sentido de pertenencia al barrio, me dio la posibilidad de conocer vecinos e integrarme a Buenos Aires después de haber vivido unos años en Barcelona”, cuenta. “El balcón donde filmamos a Waterfall fumando y tomando café es un balcón del complejo Los Andes que de verdad tiene una bandera de Atlanta. Cuando lo vimos y se nos ocurrió filmarlo, les tocamos timbre a los dueños, unos pibes fanáticos de Atlanta muy copados: enseguida nos abrieron y nos hicieron pasar con todos los técnicos”.
Dos grandes momentos de la película para los hinchas de Atlanta son los sentidos homenajes que se les rinde a Chacarita y All Boys. Para los funebreros hay dedicado un grafiti irreproducible: “Fue casi de casualidad: en un momento viene una ambulancia a atender a Waterfall y atrás de la toma justo aparecía esa pintada, y por supuesto decidí incluirla en el plano”. Para los de Floresta hay una taza con el escudo blanquinegro y la tradicional frase con la que se suele saludar a la anatomía de la madre de All Boys.
Hay más: una taza con el escudo de Atlanta y los vhs de partidos que el protagonista se la pasa mirando. Hay imágenes del 2-0 a Central Córdoba 0, de la B Metro 12/13, con festejo del Pollo Soriano incluido; la entrega de una placa por los cien partidos en el club a Juan Segovia; y la previa del empate 1-1 en el clásico en el Nacional B 11/12.
Chomski consiguió el material casi por casualidad: “El director de fotografía, Lucio Bonelli, me dijo que uno de sus asistentes era hincha de Atlanta y que su casa, en Boedo,era ideal para ser la de Waterfall. Fuimos, entramos y casi me caigo de culo: había cien vhs grabados y banderines de Atlanta por toda la casa. Yo había escrito que tenía que haber vhs y el pibe tenía un montón. Le pregunté si tenía todos los partidos de los últimos años y me contestó “sólo los partidos ganados”. Esa frase me pareció genial y quedó en el guión. Lo único que pidió a cambio de filmar en su casa fue quedarse con la remera que usó Piroyansky en la película”.
Todos estos elementos harían que, en unos hipotéticos Oscar de Villa Crespo, Maldito seas, Waterfall compitiera con el documental Siglo bohemio (de Aníbal Garisto, Mónica Nizzardo y Javier Orradre) y el genial corto Lo llevo en la sangre (de Pablo Gonzalo Pérez), en la terna de Película Más Bohemia de la Historia.
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