El próximo lunes, en ocasión del partido frente a Almirante Brown, se estrenará una nueva versión del himno de Atlanta. Fue grabada por el cantante Hernán «Cucuza» Castiello, una voz destacada de la movida tanguera porteña y futbolísticamente bohemio por herencia familiar.
EDGARDO IMAS (@EdgImas)
No está lejos el tiempo de cuando se lo definía como uno de los exponentes más prometedores de la nueva generación de cantantes de tango. Hoy, la promesa se convirtió en realidad. No abundan los ejemplos de cantantes de 47 años de edad y 42 de trayectoria. Y Hernán «Cucuza» Castiello es uno de ellos. Porque empezó a cantar tango a los cinco años, para terminar forjando una carrera que lo ha convertido casi en un artista de culto. Además, tiene en su haber un pasado futbolístico como jugador: llegó hasta la Reserva de Argentinos Juniors, y otro como mecánico dental, su ocupación antes de dedicarse de lleno al tango.
Aunque cuenta con fieles seguidores en los cien barrios porteños, su búnker es el histórico y notable bar El Faro, donde juega como local y suele convocar a la feligresía de su feudo, Villa Urquiza, con el lema «El tango vuelve al barrio». Pero alterna con presentaciones de visitante. En una de ellas, en un bar de San Telmo, fue donde interpretó por primera vez hace un par de meses su versión tanguera de la marcha de Atlanta, el club del cual es hincha. Lo hizo acompañado de su hijo Mateo, guitarrista de 18 años y también del Bohemio, con quien forma un dúo, «CastielLos». Semanas después grabó la versión que socios e hinchas podrán escuchar en el estadio y por redes sociales.
Actualmente, Cucuza desarrolla además ciclos que lo llevan a mezclar el tango con otras dos pasiones tan argentinas, y por ende porteñas: el rock nacional y el fútbol. «Menesunda Tangolencia Rockera» se denomina el ciclo donde incursiona en el rock, abrevando en una relación que viene desde que el Flaco Spinetta incorporó el bandoneón de Rodolfo Mederos para la grabación de «Laura va», o de algunas letras de Manal y Moris. El otro ciclo, «Fútbol Tango» tuvo recientemente su «primera fecha» en El Faro, en la que Castiello se rodeó de su ex compañero en las inferiores de Argentinos Juniors Pipa Gancedo, del periodista Horacio Pagani y del actor Rudy Chernicof.
Castiello cuenta cómo empezó todo: «Mi relación con la música y con Atlanta viene como creo que nos viene casi todo en esta vida, por la familia, por mi crianza... Ambas cosas bien de pibe, y si bien es normal de pibe ser hincha de un club, no lo es empezar a cantar tango a los 5 años». A esa edad participó dos veces de un programa de TV, El Tango del Millón, y ganó en la segunda el concurso para niños cantores de tango, cuyo premio era una pileta Pelopincho. Después pasó por la peña tanguera Luna de Buenos Aires, donde compartió escenario con monstruos como Roberto Goyeneche y Rubén Juárez, quienes tuvieron gran influencia en su estilo interpretativo.
«Mi viejo nació en Villa Crespo. Todos sus hermanos, siete varones y dos mujeres, eran de Atlanta, y en sus años mozos eran todos de la hinchada, se podría decir. Por eso apenas nací me hicieron de Atlanta», recuerda Cucuza. Y continúa: «A la par del canto, mi otra gran pasión era jugar al fútbol. Cantor y jugador de fútbol, desde siempre supe que era eso, mejor o peor, pero jugador y cantor. Y fue lo que hice casi simultáneamente hasta los 15 o 16 años, hasta que me entra a ir bien con el fútbol».
Castiello empezó a darle a la redonda en el papi del Club Parque, esa cantera de grandes valores que nutrió a Argentinos Juniors, donde con la categoría 69 pasó por todas las inferiores hasta la Reserva en el puesto de defensor. En tantos años en La Paternal fue compañero de Gancedo, Netto, Redondo, el arquero Nilton Pardal, el Negro Cáceres. «Hasta los 20, y por una cuestión de incompatibilidad entre la noche del tango y los entrenamientos del fútbol, le di un lugar preferencial al fútbol en mi vida. En 1992, luego de un parate, retorné a las canchas para Aldosivi de Mar del Plata, pero me lesioné y ahí sí dejé el fútbol. Bastante después, aproximadamente en 2002, retomé el tango. Así que Atlanta y Tango son de esas cosas que traigo de casi toda mi vida», dice.
Salen los recuerdos de tardes en los tablones de Humboldt: «De chico mi viejo me llegaba a la cancha; también lo llevaba a mi hermano mayor, Fabián Castiello. En una victoria importante de Atlanta con Racing, si mal no me contaron, se lo llevaron de la cancha casi infartado por gritar un gol. Me acuerdo una vez, yo era muy pibe, una victoria de Atlanta en cancha de River y yo en la popular de River gritando como loco el gol del “Bohé”. También tuve la alegría de jugar unas cuantas veces en la cancha de Atlanta, ya que cuando yo estaba en Argentinos, durante algún tiempo fuimos locales allí».
—¿Cómo surgió la idea de interpretar en vivo el himno del club?
—Sale por estar haciendo un dúo con mi hijo Mateo en guitarra. Desde el vamos tiene un origen familiar, y mi familia es tango, es fútbol, es Atlanta, así que a raíz de todo eso me pareció bien cerrar nuestras fechas cantando el himno de Atlanta tangueado, que alguna vez se lo escuché al querido hincha bohemio César Mariani. Esa versión me emocionó como hincha y como tanguero; se lo hice saber a César en su momento. Y al tiempo, hace poco que la empecé a cantar junto a Mateo. Alguien la filmó esa noche que tocamos en San Telmo, la subieron a YouTube y alguien del club vio el video en Facebook. Y así fue que me pidieron que grabáramos esa versión en un estudio. Gracias a Jerónimo y su estudio Rulemán Matienzo, pudimos grabarla.
El cantor vive emocionado y con gratitud los reconocimientos que últimamente viene recibiendo. El 25 de abril se presentó el libro El tango vuelve al barrio, de Zulema Varela, que lo tiene como protagonista. El próximo 27 de mayo, la Legislatura de la Ciudad le entregará una distinción por haber sido declarado personalidad de la cultura. «Ahora me dieron la gran noticia y la gran alegría de que van a pasar nuestra grabación en el estadio, previo al próximo partido de Atlanta en el León Kolbowski. Esta alegría, imaginate, tiene que ver conmigo, con mi presente, mi hijo, mi hermano, pero se junta, ¡y cómo!, con mi historia y la de mi familia, mi viejo principalmente y mis tíos, todos hinchas del Bohemio».
La historia de la marcha del club
El himno bohemio que conocemos desde fines de la década del treinta tuvo un antecedente que data de los primeros años de vida del club. En 1907, en un acta de una reunión de la comisión directiva de Atlanta se agradece a Ricardo Pérez Camino (1842-1915) por haber compuesto el himno de la institución. Lamentablemente, no se conoce ninguna versión grabada ni escrita de la obra. Ni siquiera se sabe si tenía letra o era solamente instrumental.
¿Quién fue Ricardo Pérez Camino? No fue directivo del club, y tampoco figura en los registros de socios. Sí fue un destacado músico, oriundo de Santiago de Compostela (España), que emigró a Buenos Aires a fines del siglo XIX. En el libro Galleguidad en la Argentina, de José Ramón Andrade Cobas, editado por la Xunta de Galicia, se lo menciona como el «primer músico gallego en América».
En 1880, ya en nuestro país, compuso la música del Himno a Galicia, con letra del padronés Manuel Barros. El periódico Eco de Galicia, que se editaba en la capital argentina, publicó que el Himno a Galicia había sido ejecutada por el coro del Centro Gallego de Buenos Aires, que imprimió la partitura y la remitió a varios pueblos de Galicia.
En 1890, Pérez Camino recibió por su Himno a las artes una mención honorífica en el certamen musical del Liceo Brigantino de La Coruña. Cinco años más tarde, subieron a escena en teatros de la ciudad tres obras de Nemesio Trejo, el pionero del sainete criollo, con música compuesta por Pérez Camino: El ingeniero hidráulico, zarzuela en un acto; El testamento ológrafo, juguete cómico-musical en un acto y cuatro cuadros, y Los dos misioneros.
Fue integrante de la orquesta del Teatro Colón y creador de una escuela de música que fue uno de los pocos conservatorios de origen privado que existían a fines de siglo XIX en Buenos Aires.
El actual himno de Atlanta, con música compuesta por el socio Juan Bava (1901-17/12/1970) y letra de Floreal, se convirtió en marcha oficial del club por una resolución del 2 de julio de 1943. El presidente de Atlanta era por entonces Fernando Saccone, secundado por Alberto Chissotti, como vice, y Luis Bianchi, como secretario.
La marcha ya había llegado al disco en 1938, con la voz de Carlos Bermúdez (1918-1993), que era el cantor de Juan Bava y su Orquesta Típica. Fue la primera grabación de quien también fue cantor de Ciriaco Ortiz, Pedro Láurenz y Horacio Salgán. Con él, la orquesta de Bava participó en un popular concurso organizado por aceite "Cocinero".
Sobre Juan Bava, el desaparecido sitio web Sentimiento Bohemio publicó en 2004 una entrevista con su nieto Néstor Freire. En ella dice que su abuelo materno era argentino, descendiente de inmigrantes italianos y que había vivido siempre en una casa larga, con parral, en la calle Loyola 37, casi Estado de Israel, que por entonces se llamaba Lavalle, en el barrio de Villa Crespo.
«Fue músico desde chico y tuvo una de las primeras orquestas típicas que hubo acá, antes de la época de Troilo y de otras más. Su instrumento era el bandoneón y con su propia orquesta tocaba, además de en los seudo cabarets, en los clubes de barrio, algo que era muy habitual en aquel tiempo. Por eso, muchas veces tocó en Atlanta. En aquellos años, las décadas del 30 y del 40, cada orquesta típica tenía su legión de admiradores, su propia barra, que la seguía a todos los bailes. Era un músico muy conocido dentro del ambiente en aquella época y compuso varios valses y otros tangos, además del himno del club. A mediados de los años 50 dejó de tocar. Mi abuela estaba muy celosa y no quiso que tocara más, que estuviera en la noche, por el ambiente», cuenta Freire.
Recuerda el nieto de Juan Bava: «Él nunca integró una comisión directiva, pero siempre fue socio e iba a ver al equipo, especialmente cuando jugaba de local. Lo acompañaba uno de sus hijos, mi tío Oscar Bava, que era un enfermo de Atlanta, pero que jugó en Almagro en los años 40. El carnet dice que era el socio número 31. Su fanatismo y amor por Atlanta hicieron que compusiera la música de la marcha del club».
Marcha del Club Atlético Atlanta
(Música: Juan Bava; letra: Floreal)
Con la altivez
de un buen varón
quiero rendir un homenaje a tus colores.
¡Oh, viejo club!
que al resurgir
sabrás mostrar de tu pujanza los valores.
Pues hoy espera la afición
que vuelva a brillar
con bellos fulgores
tu fiel pabellón
y lleno de honores
puedas afrontar
con fe el porvenir.
¡Vamos, viejo club!
Alza tu voz cubierta de esplendores.
¡Vamos a luchar
que el triunfo ideal te va a coronar!
¡Vamos, que el Sol del porvenir
habrá de cubrir tu marcha triunfal!
¡Vamos a la lucha,
vamos, viejo Atlanta,
que siempre mi aplauso
te habrá de alentar!
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