Recordamos aquí una entrevista con Julián Kartún brindada a Sentimiento Bohemio, donde la voz principal de El Kuelgue, banda que será telonera en el show de Paul Mc Cartney en la Argentina, habla de fútbol y música.
(Por Juan Ignacio Calcagno)
“Nací en Villa Crespo, en Vera y Malabia.” El barrio, el mismo en donde sigue viviendo y del que nunca se fue, es una marca de fuego para Julián Kartún (1983). Durante la charla recordará los viejos espacios que ya no están, como la casa de videojuegos de Scalabrini y Corrientes o los bares que hoy son tiendas de ropa outlet, los pibes que paraban en distintas esquinas, o el San Bernardo, donde hicimos la entrevista, donde se rateaba para jugar al pool con los amigos. Y de esa identidad barrial, ya arraigada en su padre, el dramaturgo Mauricio Kartún, confiesa que viene su amor por Atlanta.
¿Cómo es tu relación con Atlanta?
De chico iba a las instalaciones del club, hacía natación. Entre el año 96 y el 2000 iba siempre a la cancha, a la popular, porque los pibes del colegio iban también. Yo hice la primaria en el Manuel Solá, en Lambaré y Corrientes. Y la secundaria la hice en el Ecos primero y después en Acuario. Siempre en el barrio, siempre con pibes de Atlanta. Estuve un tiempo sin ir a la cancha, y ahora retomé hace dos o tres años. Volví a ir con Nico [NdR: Nicolás Straimel, integrante de la banda El Kuelgue]. Él es bohemio de familia, de siempre, y le pasaba lo mismo que a mí, que no tenía con quién ir. Ya mis amigos del barrio no iban, entonces retomamos un poco. Pero ahora voy a platea. Disfruto estar sentado, el solcito, y sobre todo escuchar las puteadas de la gente, que me hacen reír mucho.
¿En tu casa se veía fútbol?
No, casi nada. Mi vínculo con Atlanta vino del barrio. Me acuerdo de los pibes de la remisería, de los Aráoz, que ya no paran más ahí me parece. Los de Frías también, yo estaba como en el medio de todos. Por eso te digo, fue más barrial que futbolístico. Igualmente me acuerdo de varios partidos. El famoso martes en que llovía yo estaba. Puedo decir “Yo estuve ahí”. Me acuerdo también de una vez que mis viejos estaban de viaje y yo estaba en la casa de la madre de un amigo. Y nos escapamos para ver un Atlanta-Chacarita que creo que ganamos uno a cero de local. Me acuerdo de partidos puntuales.
Julián Kartún es una persona multifacética. Voz principal de la banda El Kuelgue, conductor de radio, actor de Cualca, entre otras apariciones televisivas, pareciera que vive en un universo artístico, pero incluso allí hay un lugar también para el fútbol.
¿Qué representa Atlanta en tu vida?
Me considero un hincha veleta. Disfruto ir cuando el equipo está bien, se disfruta ganar. No sé mucho de fútbol, no soy un fanático, pero sí disfruto ir a la cancha. Tengo mi crítica hacia el fanatismo como conducta, por ejemplo en la religión, cualquier fanatismo lo encuentro absurdo. Me gusta ver una platea feliz, disfruto de eso. Muy veleta, como te digo, es como decir “Este chabón no sufre”. Pero también es coherente con una manera de vivir, que es tratar de no amargarme por nada. El día del 1 a 0 a River estábamos ensayando con El Kuelgue en Thames y Padilla. Y ver los micros volviendo al estadio fue disfrutarlo como si hubiera ido.
¿Algún jugador en particular que recuerdes?
Tengo una memoria de mierda, no sé, el Bichi [Paredes] por ahí. Está toda la movida medio Backstreet Boys de los Soriano, ¿viste? Eso de mostrar a los lindos, ¿no? (risas). De hecho hoy en día voy a la cancha y los tengo a los jugadores, pero no sé los nombres. Me río mucho en la platea, y disfruto mucho de las puteadas que se mandan, me llenan el alma. Nico siempre me dice “Vení, vamos al lado de este que te morís”.
¿Se puede establecer un vínculo entre el arte y el fútbol o no, o son dos universos irreconciliables?
Están súper ligados. Es muy nutritivo para mí, y creo que para todo artista, por ejemplo, esto que te decía recién de la platea y las puteadas, creo que ahí está el arte en estado puro. Yo no sé si le salió en el momento o la estuvo practicando en la semana, porque hay algunas muy originales. Lo mismo pasa con el transporte público. El artista que se baja del bondi para viajar en un auto pierde mucho, casi que deja de ser artista. En los transportes pasa algo que no te podés perder: lo que habla una madre con su hija, un tipo hablando por teléfono, lo coloquial. Mis personajes son siempre gente normal, que viaja en bondi, que va a la cancha, porque el arte es lo popular. El esnobismo es una porquería, el arte en general que no se vincula con lo popular es una porquería. Ojo, también cuando se pasa al otro lado, cuando sólo apunta lo popular también se pierde mucho, o sea va en los dos sentidos. Cuando el arte busca lo masivo deja de estar bueno, porque no es orgánico. Y cuando nace de lo popular no es tan refinado. Como el artista que está en la calle. El tipo que canta en el subte cincuenta veces el mismo tema no lo hace por placer, hay algo que se pierde, le pierde el gusto, y eso es un bajón.
La música y El Kuelgue
Al igual que Kartún, El Kuelgue nació en el barrio de Villa Crespo. “En Warnes y Lavalleja”, aclara Julián, una casa donde se juntaban a zapar y que hoy ya no está. “Se va Warnes”, uno de los temas del primer disco de la banda, Beatriz, es un tributo a aquel espacio donde tocaron los primeros acordes de lo que hoy es un fenómeno que mete entre dos mil y tres mil personas en sus presentaciones en el Konex o en el interior del país. “Empezamos siendo cuatro: cajón peruano, guitara criolla, bajo y voz. Ahora somos siete; empezamos a meter otras cosas: percusión, saxo, teclado, que es más poderoso para tocar en vivo, ahora es más una banda.”
De acuerdo a la web oficial, “El Kuelgue es una banda que realiza música Acústica, Hip Hop Latina y aun más diversos estilos que acepta desde candombes hasta free-style, va surgiendo una asociación libre de letras que juega con los límites del humor absurdo”.
Lo que quizás no dice la web, pero tiene muy claro Kartún, es que El Kuelgue es además una forma de entender la música: una mezcla de distintas expresiones, no sólo musicales, también lo que se da en el escenario. La interacción con el público, la improvisación, la actuación; lo lúdico, en una palabra, que los hace una banda tan original. De allí su éxito: “Yo creo que la gente nos sigue porque es algo nuevo, algo distinto. Y también porque hay una búsqueda musical. Más allá de las payasadas que hacemos arriba del escenario hay detrás un respaldo de banda fuerte, con músicos muy buenos, que hacen arreglos, cortes. Yo canto porque es una casualidad de la vida, pero cada uno de ellos estudió mucho su instrumento”.
Tengo entendido que no te gusta el rock, ¿puede ser?
Me encanta el rock, pero tengo mucha crítica hacia él como género. Me parece que lo que pasó en los últimos cincuenta años es que dijeron: “La música es esto”. Y la gente consume rock, y las banderas, y se da el fenómeno de la “futbolización” de la música que me parece una cagada. Esto de ir a aguantar los trapos a una banda no me gusta. Lo que me pasa es que la música es como el paraíso, y el rock es sólo una parte de este paraíso, una parte hermosa si querés, pero no deja de ser sólo un parte. Es una lástima que la gente no escuche folclore, y hay bandas contemporáneas argentinas que son increíbles, que combinan rock, jazz, folclore y hacen cosas realmente muy buenas. Pero no, lo popular es el rock y el “Ehh”. Es como la iconización de la música, venden eso, es un producto. El rock en su momento fue un grito contra el sistema; hoy no hay nada más condescendiente con Estados Unidos y con el sistema que el rock. Ya estamos como súper evolucionados, megainformados, internet, Youtube, redes sociales, la tele… el paradigma cambió.
¿Vos planteás que el arte necesariamente debe ser una forma de rebeldía?
El arte obligatoriamente debe ser una forma de cambiar las cosas. Un tipo revolucionario hoy es el que hace jazz o hace folclore, ese es el que está cambiando las cosas.
¿Y esto se plantea en El Kuelgue?
Sí, es algo que se habla mucho entre nosotros. Por eso no hacemos un único género, porque ninguno de nosotros escucha un solo género: funk, bossa nova, candombe. Lo que pasa con el candombe es interesante. En Uruguay se le da mucha más bola a la música regional que acá, acá quedó como que nuestro folclore es el rock, la música porteña es el rock, y es una pelotudez. Hay bandas como Puente Celeste o Aca Seca que hacen fusiones y una música muy buena.
De aquel debut en las calles Aguirre y Malabia, en el Centro Cultural Alfonsina Storni, donde tocaron para veinte personas, a hoy, han pasado varios años y muchos músicos que acompañaron a la banda. Sergio Dawi, el Mono Fontana, Alfredo Casero, Miguel de Ípola, Javier Calamaro, Gillespi, Horacio Fontova, Liliana Herrero, entre otros, han compartido escenario con El Kuelgue. Y todo ello tuvo su origen en lo que Kartún llama la “fórmula”: “Nos juntábamos los viernes a la noche a cenar, tomábamos una birra por persona y después hacíamos el ‘cuelgue’ musical, o sea zapar. Hacíamos temas que de repente duraban cuarenta minutos, y al otro día lo escuchábamos y decíamos ‘Che, esto puede ir, esto no’.” Hoy están en proceso de grabar su segundo disco, y el 6 de abril se presentan en el Konex, con 600 anticipadas ya vendidas [NdR: el segundo disco se llama Ruli, y luego salió un tercero, Caño Reptil].
Web oficial: http://elkuelgue.com/
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